Los amantes de Coyoacán, Gérard de Cortanze | Reseña

domingo, 2 de julio de 2017


Título: Los amantes de Coyoacán
Traducción: No hay
Autor: Gérard de Cortanze
Serie: No
Editorial: Planeta
Páginas: 288
Género: Narrativa Histórica
Adaptación: No
★★★★☆
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Sinopsis: 1937. Perseguidos por el fascismo y las fuerzas estalinistas, León Trotsky y su esposa, Natalia Sedova, llegan a México como exiliados. Diego Rivera y Frida Kahlo les ofrecen refugio en la Casa Azul y los acogen en su círculo de intelectuales y artistas. Tras años de peligros y disputas, la hospitalidad de la pareja mexicana se traduce en esperanza para los Trotsky; sin embargo, la paz de León se ve turbada por los extravagantes encantos de Frida, mujer indomable, sensual y volcánica, que se le ha metido en la cabeza desde que la vio por primera vez, y que lo obliga a debatirse entre el deber y el deseo. La colorida y caótica Ciudad de México, con su magia y locura, es el escenario donde estos amantes de Coyoacán, rendidos a la atracción que se profesan, aprovechan cada encuentro como si fuera el último. Y es que la muerte acecha en cada esquina, los detractores del líder ruso no tardarán en encontrarlo y, en estas circunstancias, el amor es una urgencia y la lucha, un imperativo. La historia de amor entre Frida Kahlo y León Trotsky.

Opinión
Ya que el miércoles es el natalicio 110° de Frida Kahlo aprovecho para traerles esta reseña que habla un poco de su vida.

Aunque el enfoque central es un romance, al comienzo clandestino, entre León Trotsky y la enigmática Frida, el libro aborda esa forma de ser tan especial de ella, su carácter voluntarioso, su sufrimiento físico, la tormentosa relación con el muralista Diego Rivera, y lo que es más sorprendente, la gran libertad sexual que disfrutó Frida, quien tuvo innumerables amantes, haciéndole competencia a su mismo esposo.

Este libro nos enseña como Frida hace gala de una de sus frases: Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola. Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco. Se la pasaba mucho tiempo sola, adolorida de la columna y se dedicaba a pintar. Para vender, tenía que pintar bodegones, más fáciles de colocar en una casa. En esta obra queda de manifiesto la enemistad a muerte entre Diego Rivera y el también pintor muralista David Alfaro Siqueiros.

Resultado de imagen para casa fridaLa obra comienza con la llegada de León Trotsky y su esposa Natalia Sedova a México en 1937 como exiliados. La hospitalidad de Diego Rivera y Frida Kahlo, no se hizo esperar y los alojaron en la hoy famosa casa Azul de Coyoacán. Desde que se conocieron hubo un sentimiento de admiración por parte de Frida. El estar al frente al creador del Ejército Rojo, quien una vez había presidido el primer Soviet de Petersburgo, era una experiencia demasiado perturbadora. En esta obra hay fiestas, reuniones en las que el licor abundaba, peleas entre Diego y Frida, y la camaradería entre Leon y Frida cada vez es mayor y de allí surgirá un vínculo de amantes. El texto es abundante en detalles con creativos diálogos, más sin embargo no tiene estilo poético, es narrativo.

Frida alivió su dolor personal, con esta relación. Su vida era intensa, no le perdonaba a Diego la traición con su hermana Cristina, además había sufrido un accidente en 1925 donde el autobús en el que viajaba había sido embestido por un tranvía lo que dejó graves secuelas en su cuerpo que casi le ocasionan la muerte.

Ella apodó a Trotsky cariñosamente Piochitas y le escribía cartas firmando Tu Friduchita. Tuvieron una hermosa relación de compañerismo, sexo e intercambio artístico y político. De esta relación se entera la propia esposa Natalia así como Diego Rivera.


Lo que era una relación de amantes se transforma en una amistad irrompible. Frida viajará a otras latitudes a exponer sus obras, también a realizarse tratamientos médicos pero siempre le hará falta la compañía de León a pesar de todos los amantes que tuvo. Catorce años después de la muerte de Leon Trotsky, ocurrió la de Frida, envuelta en la polémica entre el suicidio y la embolia pulmonar. Como siempre, genio y figura hasta el último momento, le devolvió a Diego el anillo que le había regalado por sus veinticinco años de matrimonio. El gesto de amor de Diego hacia Frida fue comerse un puñado de sus cenizas. Así termina esta historia.



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