Ambientado en un feudo medieval cuenta la vida de Marek, un niño desfigurado sin madre. Más un montón de otros personajes caóticos y poco atractivos. Una es una anciana bruja ciega, Ina, que cuida a bebés y adultos por igual. El padre de Marek, Jude, se auto flagela todos los viernes por la noche en un intento de llegar a Dios a través de su sufrimiento. Aunque teme a Dios como con el resto de la aldea de Lapvona, es codicioso y cruel, a menudo sacando su ira sobre Marek a través de golpes brutales.
Lapvona, el pueblo, está supervisado por el egoísta señor y gobernador, Villiam, quien, a diferencia de la gente común que controla, vive con mucho tiempo en su mansión en la cima de la colina, lejos de las sequías y la violencia que plagan el pueblo. Cuando Marek asesina al hijo de Villiam, Jacob, en circunstancias misteriosas, los padres (y primos perdidos hace mucho tiempo) Jude y Villiam deciden hacer un intercambio ojo por ojo, y Marek es traído a la finca para vivir como hijo sustituto y heredero del señor.
Las descripciones relacionadas con la naturaleza al principio y al final de Lapvona irradian una energía pastoral pacífica, contrastando las atrocidades violentas que tienen lugar a lo largo del resto de la novela
El uso de un lenguaje evocador y accesible hace que se sienta como un cuento popular que se puede transmitir oralmente. Me gustó cómo Moshfegh capturó la esencia de la narración medieval mientras también teje sin problemas elementos formales y modernos.
“𝑷𝒆𝒓𝒉𝒂𝒑𝒔 𝒉𝒆𝒍𝒍 𝒊𝒔 𝒂 𝒕𝒊𝒏𝒚 𝒑𝒍𝒂𝒄𝒆.”
🩵🐑
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