
Marisa tiene trabajo, pero no lo hace. Se la pasa viendo vídeos de YouTube. Cuando tiene que entregar algo, lo encarga como una tarea a estudiantes universitarios a los que solo supervisa ocasionalmente.
Fue interesante leer esto porque mi instinto inicial fue sentirme frustrada con Marisa. “Haz tu trabajo”, pensé. ¿Qué tiene de satisfactorio ver vídeos de todo el día? Pero, claro, ¿qué tiene de satisfactorio crear campañas para marcas todo el día?
Lo que me molestaba de Marisa era que no parecía querer nada. Si no iba a hacer su trabajo, ¿qué haría en su lugar? Pero con el tiempo cambié de opinión. ¿Cómo puede alguien querer algo cuando todo el sistema es tan insulso, soso y repetitivo? ¿Cómo puede uno disfrutar de una escapada cuando siempre sabe que tiene que volver? Ese hastío corporativo impregna el libro, filtrándose en cada frase. La novela en sí misma es conmovedora, volviéndose aún más absurda en el acto final. Realmente se me metió en la cabeza, y me sorprendió lo mucho que terminé disfrutándola. Una novela inteligente, sin duda; tengo ganas de ver qué nos depara el futuro con Serrano.
Publicar un comentario